Excursión Cuesta de Las Cabras: Noviembre 2005
Experiencia 042 

El ascenso al Champaquí por el lado oeste de las sierras, específicamente por la Cuesta de las Cabras, vino a cumplir un anhelado deseo desde mucho tiempo atrás y agradezco a Miguel y Mariano que hayan organizado dicha travesía y que me hayan brindado la oportunidad de cumplir el sueño. Sueño hecho realidad. El ascenso exigió un gran esfuerzo físico y mucha concentración. Al volver la mirada, la panorámica que íbamos dejando atrás era majestuosa, imponente y fortalecía el espíritu necesario para seguir la larga marcha por delante. Durante el ascenso hacia la cumbre en el primer día de travesía se conjugaron una serie de eventos que marcaron, a mi criterio, el desarrollo de los hechos siguientes. Al poco tiempo de andar, la deserción de un integrante del grupo determinó su regreso al punto de partida, con la consiguiente pérdida de un guía que debió acompañarlo y de cierto material logístico. A la carga emocional producida por este evento se empiezan a sumar molestias, lesiones y cansancio y en algunos casos ansiedad por la escasez de agua porteada y la lejanía todavía de una fuente segura de ella. El ascenso continúa y a la caída del sol, luego de casi 8 horas de marcha, se llega al agua. Luego del reaprovisionamiento, cambio de ropas y mayor abrigo se observó el horizonte teñido de rojo, imagen que quedará grabada en mi retina para toda la vida. Así las cosas se sigue ascendiendo, hasta que poco tiempo después, ya casi de noche se debe tomar una decisión consensuada. Acampar con una sola carpa, durmiendo algunos integrantes a la intemperie bajo un posible alero o seguir una hora y media más hasta la cumbre y tener mejores condiciones de campamento con el silo. El grupo casi no duda en decir que continuemos, se aprietan los dientes y se ajusta el funcionamiento. La hora y media de tránsito nocturno, bajando y subiendo por las piedras fue el último escollo a vencer y se venció llegando a la cumbre luego de casi diez horas de travesía. La visión panorámica de las luces de las localidades dispersas en los valles a ambos lados de las sierras es otra imperdible y que guardaré para siempre. Agotado me tiendo en la carpa y a pesar de que no duermo nada, descanso esperando el amanecer.  El desayuno del grupo en la cumbre, ayudados por un excelente amanecer, fue un momento de inmensa satisfacción. El descenso al refugio y la tarde de solaz marcan el segundo día, pero fue en la cena (un risotto espectacular de la mano de Mariano) donde el intercambio de vivencias entre todos hizo que uno se identificara con el resto y sintiera que estaba en presencia de “gente de buenos valores”. Felicitaciones a todos y gracias por compartir. En mi parecer, es ahí donde la excursión culmina, quedando para luego algo ya conocido como regreso durante el tercer día, cordero de por medio. No obstante, quiero rescatar la imperdible charla con el asador, Sebastián, que pareció darme un curso acelerado sobre el puma y vivir la contradicción entre el daño que les causa y su protección desde el punto de vista de conservación de la especie. Esto no hizo más que aumentar mi curiosidad por el tema y que seguramente profundizaré en el futuro.
Carlos Cangiano (2º Viaje)

“Estoy muy contenta de haber sido pare de esta experiencia, fue sumamente exigente y fuera de serie. Me llevo el recuerdo de hermosos lugares, de buenos compañeros y sobre todo de las luces y las estrellas que se veian tan claras desde la cima.
Gracias a todos, lo pase barbaro. Por otro lado quiero contarte que me estoy preparando (aunque sea  mentalmente) para las vacaciones de verano, la ultima de enero y la primer semana de febrero, si hay alguna actividad para esa fecha, me avisas? Besos a todos. 
Marisol Foth


El cerro se aparecía en el atardecer y en las sombras de la noche como una antigua morada, magnífica y gigantesca. Me sorprendían esos silencios hechos de pensamientos, historias, deseos, que se hacían realidad en nuestros cuerpos cansados y sedientos. Vivimos una experiencia transformadora, que se profundiza con el paso de las horas y de los días, con el recuerdo de las imágenes de los cerros, de los paredones de roca en un hondo silencio apenas cortado por el rumor del viento. 
Nos abrazamos emocionados cuando advertimos que la cumbre finalmente nos recibía con infinidad de estrellas y de luces de los valles del este y del oeste. Supimos que abajo, en los refugios, por la noche se observaban el movimiento de nuestras luces allá arriba. Esas luces habían resuelto llegar hasta la cima superando severas dificultades de un ascenso sumamente exigente, con un temple de grupo notable. Esas luces bajaron también en silencio, sorprendidas por haber cumplido su sueño de roca. 
¿Por que uno vuelve tantas veces la mirada hacia aquellas alturas y hacia aquel abismo donde ingenuamente cree uno reflejarse? ¿Por qué si no está visible en la oscuridad de la noche uno intenta instintivamente adivinar sus líneas? 

Tal vez el poeta Rilke lo supiera:
"Y tú esperas, esperas lo único, Lo grandioso, que enriquezca tu vida, 
Lo poderoso, lo asombroso, Cuando las piedras se despiertan 
Y se te enfrentan los abismos" (de Recuerdo, Libro de las Imágenes)
Carlos Maggi (2º Viaje)


La cuesta de las cabras es brava, pero no imposible, hacer noche en la cumbre del cerro champaqui con el cielo despejado fue el merecido premio al esfuerzo que realizo el grupo, en lo personal me recordo a la escuela del caracter y el sacrificio en que fui formado, hasta la proxima cumbre.
Enrique Bielaz (2º Viaje)

Primer Paso	Ingreso al Bosque Serrano	Vegetación Xerófila	Cambio de Pendiente	Un escalera Gigantezca
El Valle en las Espaldas	Descanso esperado	Momentos del Atardecer	Pasos Difíciles	Tramo Final
El Cilo: nuestra casa.	Paz en las Alturas	Sabado a la noche a 2.790 mts.	Un desayuno histórico	Acampando en la Cima
Cima inolvidable	Traslasierras como nunca	El Tobogán	Verano adelantado	No parece de este viaje
Cantera de Mica	Cuanta Satisfacción!!	Gruta de Lourdes	Cascada de Las Petacas	Cuesta Abajo

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