Expedición al Monte McKinley
6.962 mts. - Cumbre de América del Sur - 10 de Enero 2005
 
El mundo está en manos de aquellos que tienen
el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir
sus sueños.

Pablo Coelho
Leo McLean
Cumbres: Aconcagua, Lanín, Tronador y Domuyo (Argentina). Kilimanjaro (Tanzania). Elbrus (Rusia). Cotopaxi y Cayambe (Ecuador). Vinson (Antártida)
 
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"El Denali, "El Grande" en el idioma nativo de los Athabascans, esta situado en el Alaska Range a los 63º Latitud Norte, zona subartica. Debido a su gran altura y a esta latitud es considerada la montaña más fría de la tierra. Es uno de los macizos de mayor dimensión entre las montañas, con más de 60 millas de circunferencia en la base y sus 18000 pies entre ella y la cima. Por su ubicación entre el Golfo de Alaska, el Mar de Bearing y su proximidad al Océano Pacífico hacen que esta montaña tenga un clima propio, donde largas tormentas, nevadas y fuertes vientos sean capaces de formarse muy rápidamente, sin anticipo ni aviso previo."

El Alaska Range es considerada como una de las cadenas, formaciones montañosas y glaciares más atractivos y salvajes. Sus vistas, paisajes y cielos son bellísimos. Un imponente paraíso de los más salvajes y naturales de Alaska.

Partimos de Anchorage hacia Talkeena (pueblito al pie de la Alaska Range), allí tuvimos un día para el armado y distribución de la carga general (provisiones, combustible, carpas, equipo de seguridad,…), registrarnos en las oficinas del Servicio de Parques Nacionales y aguardar al avión Twin Otter que nos llevaría hacia el interior de la cordillera, al Base Camp que se encuentra al pie del Monte Hunter, ya en medio de los glaciares.

Formamos un gran equipo, éramos 8 incluyendo a los dos guías. De esta forma se armaron 2 cordadas de 4, así podíamos movernos rápidamente y ante cualquier eventualidad es un número ideal para cualquier maniobra de seguridad y rescate.

La expedición fue liderada por Phil Ershler, americano, con gran experiencia en el mundo de las alturas y en especial en esta montaña. Este fue su viaje 31, y con esta cima pudo llegar a las 25 cumbres en esta montaña.

La ruta elegida es la conocida como West Buttress, abierta por Bradford Washburn en su expedición de 1951, considerada como la más segura y por la cual pasan más del 80% de los escaladores del McKinley. No obstante, a pesar de esta apreciación de seguridad, a lo largo de esta historia se han suscitado más de 400 accidentes mortales debido a caídas en grietas, desbarrancos, cambios muy bruscos en las condiciones climáticas y problemas/enfermedades de altura.

 
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Actualmente se otorgan 1200 permisos anuales para expediciones registradas y con conocimientos de cada uno de los integrantes que los componen. La temporada pasada tan solo el 46% llegó a hacer cumbre y más de 100 personas han sucumbido tanto a problemas de altitud como de congelamientos, fue necesaria la realización de 12 serios rescates.

En el largo recorrido establecimos un total de 6 campamentos, sin ningún tipo de asistencia como usualmente se puede contar en otras montañas de esta magnitud (mulas en Los Andes, porteadores en Africa y sherpas en los Himalayas). Las carga total rondaba las 1300 libras, que debimos repartir entre los 8 de la expedición, esto nos llevó a movernos de campamento en campamento con una estrategia planificada donde tuvimos días de acarreo, armado y desarmado de campamentos, nuevos descensos en busca de cargas dejadas en campamentos inferiores… por suerte también días de descanso.

Nos armamos de provisiones y combustible para unos 22/24 días de expedición. A medida que íbamos cumpliendo las etapas la carga se alivianaba y nos permitía movernos con mayor libertad y velocidad a los campamentos de mayor altura. 

El mayor peso que se acarrea es combustible/bencina, se consume mucho en el derretimiento constante de nieve y hielo para producir el agua necesaria para contar con una buena hidratación. Tema más que importante en montañas de altura y con climas tan secos como esta. 

La planificación no es estricta, debimos cambiar de planes en varias oportunidades, aprovechando el buen clima de algunos días; Esto nos llevo a anticipar algunos movimientos. Muchos de ellos los realizamos en horarios de noche, a pesar de que allí todo el día hay luz, hay que marchar cuando no hay radiación solar de forma que la nieve esté dura y nos permitía avanzar con las cargas sin el gran esfuerzo y desgaste que significaría este andar en nieve onda.  

El tiempo que nos tocó fue realmente muy bueno, tan solo tuvimos un par de tormentas, solo una fuerte que nos demoro 2 días en el campamento de altura. Estuvimos en el hielo tan solo 16 días, casi todo un record en una montaña donde el promedio real no baja de las tres semanas. 

 
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Peter Hillary, Leo McLean (Alto Rumbo) y Roddy McKenzie.
El Hijo del Legendario Edmund Hillary (Primero en ascender al Everest) junto al Australiano McKenzie lograron el objetivo de las 7 cumbres continentales.


La Magia del Champaquí
Leo McLean (Alto Rumbo) en el techo del Ártico haciendo flamear
la bandera del Champaquí. Al Champa lo lleva a cada a cumbre.

 
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Nuestro cronograma fue el siguiente: 

  • Día 1: vuelo desde Talkeena al Base Camp o Kahiltna Base (2.200 mts). Armado final de la carga y movilización al Camp 1 (2.440 mts), con toda la carga. 6 horas de marcha, terminamos de armar el campamento a las 3am.
  • Día 2: muy buen tiempo. Desarme de campamento y movilización al Camp 2 (2.900 mts) con toda la carga. 8/9 horas de marcha.
  • Día 3: muy buen tiempo, previsto como acarreo al Camp 3 (3.350 mts), pero dadas las condiciones del tiempo decidimos el desarme de campamento y mudanza al Camp 3. 7/8 horas con media carga.
  • Día 4: tormentoso. Regreso a Camp 2 en busca de las provisiones y equipo que habíamos dejado el día anterior.
  • Día 5: tormenta. Acarreo de parte de la carga a los 4.000 mts (una hora del Camp 4). Día de gran trabajo, fue duro pasar el Windy Corner con tormenta y fuertes vientos de frente. 8/9 horas.
  • Día 6: mediano buen tiempo. Mudanza al Camp 4 (4.270 mts), también conocido como ABC (advance base camp).
  • Día 7: tormenta. Día corto, tan solo regresamos a los 4.000 mts en busca de la carga dejada dos días atrás.
  • Día 8: tormenta seria. Aprovechamos para tomar el primer día de descanso.
  • Día 9: mediano buen tiempo. Acarreo de provisiones y equipo de altura al Camp 5 (5.250 mts). Primer enfrentamiento al Ice Wall y a la altura. 11 horas, ida y vuelta al ABC.
  • Día 10: tormenta suave. Segundo día de descanso.
  • Día 11: muy buen tiempo en Camp 4, al llegar a Camp 5 comienza la tormenta. Movilización al Camp 5 con el resto del equipamiento y carga. 8 horas.
  • Día 12: tormenta fuerte. Día dentro de las carpas.
  • Día 13: tormenta fuerte. Día dentro de las carpas. Por la tarde/noche se despeja la tormenta, pero persiste un fuerte viento.
  • Día 14: buen tiempo, frío y ventoso. Día de cumbre. 13 horas.
  • Día 15/16: buen tiempo, calmo. Movilización al Base Camp, 19 horas. Armado de campamento a la espera de salir del hielo. A las 12 horas de este último día despegábamos de regreso a Talkeena.

Ahora sigamos con pequeños comentarios de la expedición.

Los acarreos iniciales por el Glaciar Kahiltna son muy largos y peligrosos. Infinidad de grietas lo surcan y marcan, la mayoría de ellas se encuentran tapadas por nieves. Los movimientos deben ser rápidos y con extremada cautela de no pasar por puentes débiles que podrían llevar a una catástrofe inexorable.

A partir del campamento 3 el recorrido se hace más intenso, las pendientes son mayores, el clima más inestable por la altura, una vez pasado el punto llamado Windy Corner se arriba al campamento 4. A partir de allí los elementos de seguridad pasan a tener un rol muy importante, montaje de cuerdas fijas, anclajes en el hielo y en las rocas de los filos por los cuales se asciende.

El mayor tramo de cuerda fija está montado por encima del campamento 4 y por el se accede al espolón oeste de la montaña, el West Buttress, el desnivel de este tramo encordado es de unos 300 metros con una inclinación o pendiente cercana a los 50/60 grados.

En los campamentos de altura debimos realizar fuertes trabajos en su armado. Las tormentas y sus fuertes vientos deben ser tenidos muy en cuenta. Cada carpa debe tener una fuerte protección mediante el armado de sólidas murallas que construimos con bloques/ladrillos serruchando el hielo.

El armado de los campamentos es una tarea muy laboriosa. Además del cansancio de la jornada para llegar hasta el campamento, la falta de oxigeno al estar en una mayor altura desde donde se partió ese día, hay que sumar todo el trabajo de preparación de las plataformas en el hielo, cavar y cavar… murallas de contención con ladrillos de hielo serruchados con gran esfuerzo, armado de las carpas y acomodamiento del equipo. Después sigue lo mismo para la carpa cocina… Nuestro SUM de montaña… Este trabajo te lleva al menos un par de horas.

Caminar, trepar, colgarse de cuerdas, fatigarse, a veces casi a rastras por esos imponentes filos, en medio de una gran inmensidad, no hacen otra cosa que marcarnos nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, y a su vez acercarnos al punto de ponernos frente a la creación, allí cada uno en su interior se enfrenta cara a cara con su Dios.

Hay momentos muy duros, difíciles. A nosotros nos tocó una interesante tormenta de 2 días en el campamento 5, el de mayor altura. Nunca me llegó la desesperación, aunque lejos no paso… Para esta última etapa habíamos acarreado provisiones para 4 días, por suerte la tormenta pasó y cedió a la ventana que estábamos necesitando, en nuestro 4 día pudimos coronar la cumbre.

El día de cumbre fue posterior a una fuerte tormenta, en gran parte del trayecto contamos con un cielo muy azul, muy limpio, pero hacia mucho frío fruto de un continuo y helado viento del norte. Esto no nos permitió tomar las paradas adecuadas para descansar, comer algo e hidratarnos, el frío era mortal. Terminamos una intensa jornada, de 13 horas, muy cansados y posiblemente un poco deshidratados.

El día mas largo fue el último, nos despertamos luego del día de cumbre en el campamento 5, desarmamos el campamento y comenzamos a descender, pasando por los distintos campamentos recogiendo las provisiones, equipamiento y basura que en ellos fuimos dejando en nuestro ascenso. Llegamos al campamento base la siguiente madrugada, a eso de las 5 de la mañana, más de 19 horas de marcha, eso sí con la satisfacción de la cumbre hecha y siempre barranca abajo….

En esta montaña tuve el placer de coincidir la mayor parte del recorrido con Peter Hilary. Formaba una cordada de 2 con el australiano Roddy McKenzie. Peter es hijo del legendario Sir Edmond Hilary, primer hombre en escalar el Everest. Con esta ascensión Peter coronaba sus 7 summits y cumplía la promesa que le hiciera a su padre, recientemente fallecido.

 
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En la montaña se come solo dos veces por día. A la mañana un abundante desayuno de cereales, barras energéticas, galletitas dulces, chocolate caliente y grandes tasas de te o café. Durante el día cada uno cuenta con sus snacks, barritas, u alguna otra cosa que haya llevado personalmente. Sí mucha agua, al menos 3 litros. A la noche procuramos comer bien, alimentos nutritivos y ricos en energías. Fue gran parte de la carga, pero sin ella es difícil sobrevivir en la montaña. No obstante así en estos días perdí cerca de 8 kilos.

Nuestro grupo no tuvo incidentes, pero nos enteramos al llegar al campamento 5 que estaban asistiendo a un grupo de taiwaneses que bajaban de la cumbre con varios y serios casos de congelamiento en las manos y caras. Hoy todavía está en las noticias otro grupo de 4 taiwaneses que se encuentran aun perdidos. Es una montaña muy peligrosa, tiene muchas vidas en la historia de su cumbre.

Aun hoy tengo las yemas de los dedos de las manos y los dos pulgares de los pies con baja sensibilidad debido al intenso frío del día de cumbre. Son procesos normales y pronto espero recuperarla.

Esta es mi 5 cumbre continental, ya solo quedan 2, el Everest, el desafío mayor y las Pirámides de Carstensz en Papua Nueva Guinea. Espero poder encarar esta última entre esta primavera y el próximo otoño.

En estas largas caminatas y trepadas cuesta arriba, cargando pesadas mochilas y arrastrando trineos voy hablando solo, de a ratos y sin darme cuenta somos dos… momentos en que mi espíritu se eleva e independiza de mi cuerpo y mi razón… me lleva a lo sublime, confundiéndome con la inmensa naturaleza.

No es automático el ingreso a la montaña, un mundo muy distinto al nuestro. Ella tiene sus propias reglas, una naturaleza muy dura, un clima especial… nieve, rocas, hielo, grietas, frío, viento, tormentas… Una vez que consigo ser parte suya, comienzo a entender su inmensidad, y como algo muy pequeño formo parte de su ser. Así también es muy costoso salir de allí, en nuestro mundo todo lo pequeño parece grande y lo grande parece no importar, esto no hace más que confundir mi ser.

El equipo/team es muy importante, en el buscamos las flacas fuerzas que hay en nuestro interior. Día a día vamos trabajando para los demás, desde las cordadas a la atención que debemos tener por aquellos que requieren una asistencia especial.

En varios momentos sentís que estas invadiendo algo sagrado, momentos de reflexión… La presencia del ser supremo es latente, son sus lugares reservados y como sus invitados debemos conservar la paz y gloria que se respira allí.

 
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Nube Lenticular en el McKinley.
Vista de la infranqueable cara vertical de 4.000 mts.


Un Campamento en Alaska.
Camp IV. 4.350 msnm de fondo el Monte Hunter

 
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Hicimos un gran trabajo, varios días de fuertes acarreos, montar campamentos preparar lugares aptos para cocinar y derretir nieve para hacer agua, soportar nevadas, intensos y helados vientos, tormentas, escalar y trepar… Todo lo disponemos para alcanzar la cumbre, esta vez lo conseguimos. Pero no siempre se consigue, y es aquí donde debemos saber retirarnos, concientes del buen trabajo realizado, se ha dicho y se debe decir: no hay cumbre por la cual valga la pena dar la vida. La montaña siempre estará allí, siempre existe la posibilidad de volver y tentar su cumbre nuevamente.

Sé que mis seres queridos sufren al paso del duro recorrido de la montaña, pero a su vez su continuo a poyo son fuente de mis fuerzas para dar un paso mas hacia las cumbres.

El desgaste de los días, en lugar de acobardar, nos brindan las ganas de seguir adelante. Paso a paso vamos viendo los avances. Cada noche se siente la gran satisfacción de ver como estas pequeñas metas van cumpliéndose.

La fuerza sale de nuestro interior, en las intensas charlas de soledad entendemos que Dios nos ha hecho para ser felices… Gran parte de mi felicidad esta en avanzar con cada uno de los pasos que doy hacia estas cumbre… Espero algún día llegar a alcanzar Su Cumbre.

Tenemos que salir de la comodidad que nos empequeñece y confunde. Buscar metas, plantear objetivos, realizar estos trabajos. Esto nos llevará a la elevación de nuestro ser, y con ello alcanzar el sentido de vivir.

Soy una persona sumamente religiosa, de mi religión, por eso en la montaña rezar es muy importante. A través de estos rezos consigo comprender mi pequeñez y alcanzar a ver el sentido de esta creación.

Cada uno de estos viajes me permiten apartar por un período corto de tiempo de nuestro pequeño mundo, para entrar en el silencio y la armonía del cosmos. La inmensidad, la transparencia, la blancura de los hielos, el silencio, la pureza, la elevación por sobre las pequeñeces y ambiciones de los hombres, se combinan para formar un majestuoso símbolo del cual deberíamos desear por sobre todo: paz en la tierra, paz entre nosotros.

 
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