Excursión al Champaquí: Grupo Julio 2005 (II)
Experiencia 032
Apenas nos bajamos del micro en V. Gral. Belgrano, subimos a los autos que nos llevaron a Villa Alpina, sólo nos tomó unos minutos cambiarnos la ropa "de viaje" por la "de ascenso", y arrancamos. La primera parte fue a través del pinar, estábamos envueltos en una espesa niebla, con mucho frío y también humedad. Los primeros pasos se hicieron duros, todo para arriba, calor, no cambiábamos el aire, transpirábamos un montón, en fin, como todos los comienzos. Poco a poco, empezamos a conocer a Mariano y a Miguel, dos personas muy amables, que estuvieron permanentemente pendientes de lo que necesitáramos. Miguel encabezaba la marcha, y le ponía un buen ritmo, pero la niebla se transformó en una molesta llovizna que nos acompañó todo el trayecto. Hasta la casa de Moisés, todo transcurrió dentro de una nube, no sabíamos cómo era el paisaje porque no veíamos más allá de unos metros. Por suerte nuestro entusiasmo era grande, y sólo pensábamos en llegar al refugio. Cuando paramos en lo de Moisés, aprovechamos para descansar un poco, la gente muy macanuda y hospitalaria, estábamos cansados, pero sabíamos que sólo habíamos hecho la mitad del trayecto. Almorzamos unas espectaculares milanesas, con un salamín y buen pan casero. Unos pocos minutos de fiaca, y otra vez en marcha. El valle de la Virgen nos dio un poco de respiro, pero la cosa duró poco, había que subir hasta el Lechiguanas, y "teóricamente" pronto llegaríamos al refugio... verso. Subir el Lechiguanas nos costó un montón, el frío se hacía cada vez más intenso y la lluvia y la niebla no nos daba respiro. Paramos en un arroyito y tomamos un té reparador, el alma nos volvió un poco al cuerpo y arrancamos de nuevo. Estábamos en un valle con algo de verde (al fin!), y de a poco la llovizna se empezó a transformar en garrotillo, un ratito más y empezó a nevar!. Cosa hermosa caminar mientras nieva!, fotos de rigor, una alegría muy grande (aunque después nos pasaría la factura) y un cansancio inmenso. Otras subidas y bajadas (Ya habíamos perdido la cuenta), y al fin, entre la niebla, la nieve y detrás del río Tabaquillo, vemos el Rancho!. Llegamos con lo justo, estábamos molidos, fueron seis horas de caminata muy duras. Hacía un frío increíble, estábamos totalmente mojados y con los pies helados. Nos cambiamos rápido por ropa seca, un té de peperina reparador y cuando se calentó el termotanque, un baño caliente glorioso!. Cena abundante, y al sobre!, pensando que a las 7 nos despertarían para hacer cumbre. La habitación estaba helada, y yo por lo menos, dormí vestido, pero calentito!.
A la mañana, la vista era espectacular: había caído una nevada de aquellas, y todo estaba blanco, con 15 cm. de nieve!. Poco nos duró la alegría: Mariano y Miguel nos reunieron y nos dijeron que con la poca visibilidad, era imposible intentar el ascenso. No se veía nada, la nube estaba muy baja, y todas la huellas borradas. Fue una gran desilusión, pero la compensamos con una vista fantástica y unos paseos a la Cantera de Mica, y luego un paseo por los alrededores. La nube seguía baja, un frío de novela, y al rato, entre las nubes, pudimos ver por primera vez al Champa. Estaba todo nevado, envuelto en nubes blancas, una belleza. Almuerzo y siesta... hasta que salió el sol!. Caía un garrotillo (aguanive) y un sol que por primera vez nos dejaba ver algo más lejos. Decidimos dar un paseo por el valle, visitamos los otros puestos, la iglesia, el dispensario, la escuela... y el Champaquí nos miraba, de a ratos envuelto en nubes y otras con el sol en la cima. La bronca era grande, teníamos ganas de subir de cualquier manera, pero ya era tarde. El sol bajaba y en un rato ya sería de noche. Buena ducha, alguna truqueada, rica cena y a dormir. Esa noche hizo muuuucho frío, y sopló un viento bravo que no nos dejó dormir bien, para colmo, mis amigos prostáticos salían al baño en la madrugada, y el Rancho se nos congelaba más.
Nos levantamos temprano, el termómetro mostraba 9º bajo cero!, y así iniciamos el regreso. La vuelta fue tan agotadora como la ida, aunque más livianita, porque hay menos subidas. En lo de Moisés nos comimos un cordero a la parrilla espectacular. Por suerte, el cielo estaba despejado y pudimos contemplar la maravilla del paisaje... un lugar hermoso!. Les agradecemos a Miguel y a Mariano, lo bien que se portaron con nosotros, fueron muy amables, estuvieron en todos los detalles, por lo que no nos va a quedar más remedio que volver!.
Guillermo Soto
¿Porqué busco la montaña? He pensado mucho por que me atrae tanto y la respuesta es bastante sencilla: Ahí esta esta un poco de lo que quiero y de lo que soy. Encontrarme conmigo, paz, amigos, cosas naturales, música, pasarla bien, sentirme un elemento de la especie, en un estado natural, quizá hasta algo primitivo, sentir que puedo desafiarme a mi mismo, y renovar constantemente este desafío, por que así es la vida y por que así he decidido vivirla, rodeado de cosas que me impulsen a superarme. La montaña es esto, supurarse a cada instante. Todo esto lo he logrado ya otras veces, en otras salidas con mis AMIGOS de ruta y ahora agregué un lugar excepcional y una gente que guió la excursión también excepcional. Desde lo humano, desde el servicio, realmente se merecen una calificación alta por que no debemos ser mezquinos a la hora de decir lo que esta bien. Totalmente recomendable. Creo que volveremos a otros desafíos con ustedes y al lugar también volveremos.
Aldo Paladini
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| Inicio de la Nevada | Nieve en las Espaldas | Un Ninja Cordobé | Rancho de Luna | Valle del Tabaquillo |
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| Patio del Rancho | Cascada de Luna | Terraza del Tabaquillo | Buscando Abrigo | Cantera de Mica |
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| Un cachito de Diversión | Paseo por la Nieve | Paisaje de otro Mundo | El Honguito | Un Momento de Claridad |
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| El Champaquí como Nunca | Trekking Blanco | Calorcito en el Rancho | Capillita del Champaquí | Viento Blanco en el Champa |
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