Fotos y Memorias  
Lanín II
Diciembre 2013
Temporada 2013
   
Experiencia 344  
Cuando una lesión me alejó del deporte durante 5 años deje de hacer actividad física y me sentía vació. Fue la idea de hacer montaña el motivador para encontrar un nuevo desafío.
Fueron semanas de entrenar nuevamente y sentir que cada día mejoraba la condición física. Hasta ahí eso dependía de mi. El otro pilar del logro era Alto Rumbo y no que me han defraudado, el profesionalismo con el que encaran la actividad, hacen que uno se sienta seguro en un terreno desconocido para mi. El grupo de compañeros increíbles, respetuosos, atentos, solidarios, generosos hacen que uno se sienta a gusto en la actividad y pueda compartir cada vivencia, cada esfuerzo, cada logro. y completan el combo el tiempo increíble que nos permitió disfrutar de una larga y dura caminata pero acompañados de paisajes inmejorable.
He disfrutado de esta actividad y especialmente me he sentido realmente pleno la "gente de montaña" ese término que una vez escuche de un amigo montañista es distinta y la verdad es cierto.
Les mando un gran abrazo seguramente volveré con otros objetivos, en cualquier momento.
Los felicito por la profesionalidad, el amor a la actividad que hacen y la elección del equipo de trabajo.

Fernando De Feudis
   
Un pie y luego el otro; si se pueden dar esos pasos, se pueden dar los siguientes hasta la meta propuesta. Mientras me mentalizaba en ello durante la subida, pensaba en lo asombrosa que es la máquina humana: un poco de agua y unas proteínas pueden llevarnos al lugar que nos propongamos. Mucho más fácil si se combina eso con dos ingredientes adicionales: un excelente grupo humano y tres guías de la mejor calidad.
Subir a la cumbre del Lanín fue una experiencia inolvidable. Porque más allá de alcanzar la cumbre, hubo mucho aprendizaje. Lanín es la materia difícil en esa carrera, voluntarista, de alcanzar cimas más elevadas.
Hay una frase que dice: "Cuando llegamos a la cima de la montaña descubrimos que no se puede recortar el paisaje.". Y es verdad, ese paisaje lo disfrutamos por pocos minutos y se complementa con el paisaje en las caras de nuestros camaradas reflejando una mezcla de felicidad, asombro y agobio. Pero cuando emprendemos el regreso a las alturas de nuestro dominio, portamos una carga extra ultra liviana que perdurará acariciando nuestra alma hasta el fin de nuestros días. El paisaje... ahí queda para quienes nos sigan.
Subí al Lanín con un martillo pensando que todos mis problemas en esa travesía serían un clavo. Bajé del Lanín con una caja de herramientas.

Marcelo Ferrer
   
Internarme 3 días en el Lanín, aparte de regalarme hermosos paisajes me dejó muchas enseñanzas y me acomodó la cabeza. Allá van:
AUTOCONFIANZA, me enseñó lo FUERTE que soy, y que puedo más de lo que creo.
RESPETO HACIA MIS GUÍAS, a seguir sus indicaciones, ellos me están cuidando y saben lo que me conviene.
PUNTUALIDAD, si hay que estar listo a las 4.00 AM con la mochila al hombro, no son las 4.05, no es lo mismo. La puntualidad es RESPETO hacia el tiempo del otro.
HUMILDAD, somos muy pero muy pequeños frente a la naturaleza.
A dejar la SOBERBIA de lado, y escuchar a los que saben. Si se descansa sólo 5 min, por más que yo quiera 15, debe haber alguna razón PODEROSA. CADA MINUTO VALE ORO EN LA LLEGADA A LA CIMA !!!!!
A NO DEJARME GUIAR POR MIS EMOCIONES, generalmente no son buenas consejeras.
Lo importante que es andar con los pies calientes y la cabeza FRESCA.
A no escuchar el SOLILOQUIO interno derrotista con los padeceres y dolores del cuerpo. SIEMPRE se puede UN POCO MÁS.
Que la META FINAL está sólo en dar concentrado el próximo paso, porque el camino, por largo y difícil que sea, está hecho sólo de esos, de muchos pasos.
Que debo concentrarme SOLO EN ESTO, en mi PRESENTE inmediato, en dar firme y relajada el próximo paso por más difícil que sea., si es con los grampones, clavarlos firmemente en el hielo resbaladizo y TENERME CONFIANZA.
Que VERGUENZA no es agacharse y hacer pis entre las piedras, sino no ocuparme de mi misma.
Que LA MEJOR NOTICIA no es cuanta plata me queda en el cajero, sino el ruido del agua cristalina de un arroyo cuando estoy casi deshidratada, y la bolsa de dormir cuando me duele todo el cuerpo.
Así que amigos, para mi transcurrir 3 dís por el Lanin fue .... LA VIDA MISMA.

Marcela Sosa
   
Todavía estoy en la montaña, y no, no enloquecí, es que la experiencia fue tan intensa que cuando por fin logramos bajar no creía lo que habíamos hecho, parecía que todo hubiese transcurrido en una especie de sueño del que acababa de despertar; y es por esto que digo que aun estoy en la montaña, porque al día de hoy, mirando las fotos (algunas con paisajes en los que no recordaba haber estado), todavía me vienen a la mente recuerdos de cosas que pasaron, cosas que pensé, cosas que aprendí, y que por ser tantas aun no las había podido registrar. Seria inútil compartirlas todas, porque muchas de ellas pierden relevancia fuera de la subjetividad de la experiencia personal y de la historia de quien las experimenta.
Me llevo un recuerdo muy grato, no solo de la experiencia, si no también de los compañeros y de los guías, ya que todos me ayudaron, algunos hasta incluso sin saberlo, solo con su actitud o con su ejemplo.
Y así como me llevo también dejo, porque aun que las montañas no están vivas, no hablan, y no respiran, igual demandan tributo a todo el que las visita, habrá quien olvida una media, habrá quien se lesiona y deja alguna lagrima, también esta quien se le rompe una parte de su equipo que queda abandonada, o quien simplemente deja su energía agotada en el esfuerzo, pero yo no…….yo deje pensamientos, cargas pesadas que dificultaron el camino, que quien sabe por qué las llevaba, y que el Lanin me pidió que los deje, para viajar más liviano en mi próximo desafío.

Ezequiel Garcia
   
No se encuentra mucha información sobre el Lanín en el Wikipedia Alemán: solamente los datos geográficos y el origen de su nombre. Además, se puede leer esta frase curiosa: “El Lanín es considerado como la montaña más bella de Argentina”. ¿Cómo es eso? El Lanín es, sin ninguna duda, maravilloso, majestuoso, de una belleza inequívoca. Pero ¡hay tantas otras montañas bellas en Argentina! ¿Cómo vamos a poder compararlo con ellas?
El ser humano siempre hace comparaciones: el vecino es más rico/más pobre que uno mismo, el colega de trabajo tiene el auto más grande/pequeño, la conocida es más flaca (¿cómo lo hace?), el conocido más gordo (¡ja!), el compañero de montaña es más rápido/menos fuerte.
En este caso, la comparación nos hace mal, nos hace sentir superior o inferior y nos lleva directamente a la envidia.
Otras veces, comparamos para sentirnos más seguros: esta comida huele a una comida de mi infancia, ¡seguro que es buena! Este hombre se ve un poco como mi tío, buen tipo debe ser. Cuando mandé las fotos del viaje al Lanín a amigos en Europa, me llegó más que una vez la respuesta: “Pero este lugar, con sus lagos y montañas, ¡se ve como el Salzkammergut (una región Austriaca)!”
Siendo ninguna excepción, llegando en San Martin de los Andes, escribí a mi mama: “¡El pueblo se ve como el pueblito del abuelito!”, y la comparación hizo que me sentía como en casa.
Pero hay una cosa que no se puede comparar: la belleza.
Ningún país es más lindo que el otro, ningún paisaje más maravilloso que otros paisajes y ninguna montaña es más bella que la otra, - simplemente lo son.
Para la RAE, “belleza” es la “propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual.”
En nuestro viaje, el Lanín, sí, supo hacernos amarlo y Píllan, dios de la destrucción, según las leyendas Mapuche viviendo en la cumbre, no apareció en ningún momento. Tuvimos un clima excepcional, nunca sufrimos frio; el sol nos ablandó la nevé para poder caminar con pasos seguros; la noche nos trajo un vientito suave, que - ya cómodos en nuestras carpas - nos adormeció; la luz patagónica nos brindó su show único con amaneceres y atardeceres maravillosos; y tener que levantarse a las tres de la mañana para atacar la cumbre, se hizo mucho más fácil con la promesa (cumplida) de una luna llena y una lluvia de estrellas fugaces. Las vistas maravillosas desde la cumbre y desde cada parte del camino no se pueden describir, nos dejaron sin palabras.
Así es, que pude disfrutar de un fin de semana, lleno de belleza. No solamente visto con mis ojos, pero percibido con todos mis sentidos en cada momento. Deleitándome y dándome paz y energía.
La belleza no se puede comparar, cierto, pero se puede compartir. Un placer haber podido compartirla con el “crisol de raza” que fue nuestro grupito. A ver, que belleza de montaña (¡en el programa de Alto Rumbo, claro!) nos toca la próxima vez…

Yvonne Kienesberger
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